Manifiesto III
(Elecciones Junio 2015)
Se aproximan las elecciones para diputados y puestos públicos en 17 entidades del país, y la movilización de los chapulines (Políticos y funcionarios que saltan de puesto en puesto) no se ha tardado en presentar y llueven las solicitudes de licencia para contender en los diferentes comicios.
Este fenómeno es común en la democracia mexicana, y en apariencia no tiene nada de malo, excepto la razón que lo motiva. Aunque parezca increíble hay gente que
cree que lo hacen con la intención de servir mejor al pueblo, y para lograr ese
loable cometido invierten grandes cantidades de dinero en campañas electorales
que van a la basura, en las que prometen hasta lavar los trastes del electorado.
Por desgracia la realidad es totalmente diferente y cuando el candidato llega
al poder sólo busca el enriquecimiento ilícito, olvidando la mayoría de sus
promesas y saqueando el heraldo público. Para comprobar esto sólo se tiene que
leer los medios, donde aparece con demasiada frecuencia todo tipo de corrupción
en cualquier parte de la república mexicana y en cualquier nivel de gobierno.
Es posible que algunos ciudadanos
tengan amigos metidos en el entorno político, y hayan constatado lo que
significa para estos tipos el conseguir un buen hueso en el gobierno. Yo
tuve la oportunidad de conocer un licenciado que durante años anduvo en la
búsqueda del hueso, pero su estrategia siempre se basó en sus buenas
relaciones con funcionarios y políticos de alto nivel, quienes le prometían que
si ocupaban tal puesto o ganaban alguna elección le ayudarían con algún hueso
secundario. Con esa promesa, él y su esposa se hacían ilusiones y se mudaban de
casa, compraban mejores muebles, otro auto, y a sus hijos los inscribían en
escuelas privadas más caras. Para su mala suerte por alguna razón desconocida muy
pocas veces le cumplían sus supuestos “amigos” y la familia se veía forzada a
retroceder a lo que tenían al principio. Finalmente la pareja se divorció y él
regresó a su ciudad natal a ejercer su profesión y ella, que por cierto era muy
guapa, logró su sueño casándose con un empresario millonario que le dio todos
los lujos que deseaba.
Cuando le preguntaba a mi amigo qué haría por la gente si ocupaba el
puesto pretendido, sonriendo me respondía: —No seas iluso, lo más importante es
la familia— La triste verdad era que la familia no tenía fondo, siempre estaban
soñando con mansiones, autos, joyas, ropa de marca y viajes.
Tal vez sea mal pensado, pero
estoy seguro que esa es la mentalidad que impera en la burocracia, y no existe
en México un funcionario, político o gobernante que sea honesto y tenga fondo.
José Pedro Sergio Valdés
Barón
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